miércoles, abril 18, 2007

MEJOR EN UN CENTRO DE ACOGIDA



Me duele ver a los niños arrancando diamantes de las entrañas de las minas, me angustia ver los niños atados a las fábricas de alfombras en Pakistaníes, o fabricando juguetes en la India y me angustia el simple hecho de pensar en los niños “de la guerra”, mal llamados mercenarios.

Más dudas tengo cuando en el “Mercado Franco” de Cáceres, observo a los churumbeles voceando la mercancía, a la vez que de la manera más tradicional, se instruyen en el arte de la compraventa, y el “trapicheo”, que no deja de ser una forma, aunque no ajustada a las leyes, de educación.

Pero ver a los niños de plaza en plaza, de circuito en circuito, de escenario en escenario, etc, desarraigados de su entorno, alejados de su casa, con dificultades para integrarse en un grupo de amigos, sin ninguna posibilidad de adquirir una formación regulada, y muchas veces jugándose la vida, por oscuros motivos que sólo sus padres alcanzan a comprender, es algo que francamente, no entiendo.

El “pobre” torero cacereño de 14 años Jairo Miguel, que lleva ejerciendo el oficio desde los 12, ha tenido que ser conectado, durante varios días, a un respirador artificial tras la grave envestida sufrida en Méjico”. Y digo yo, que como la mayoría de los padres, nunca haría algo así con un hijo mío: ¿No estaría mejor ese niño en un centro de acogida?