ELIGE
EL FINAL QUE TE GUSTE
Todo empieza y todo acaba. Esta certeza me anima en la seguridad
de que el sistema capitalista acabará, como lo hizo el feudalismo, o el imperio
romano, por mucho que gran parte de la gente haya llegado a creerlo, a fuerza
de propaganda, un mal inevitable, e incombatible. Y puesto que es susceptible
de ser abatido, intentemos acabar con el antes de que él acabe con nosotros.
La
situación actual, con un empobrecimiento súbito de la población, y una caída en
picado de las condiciones de vida y de los derechos de los ciudadanos
españoles, y una perspectiva que tiende a empeorar por momentos hace del instante actual un punto de
inflexión que convierte en vulnerable al sistema.
Con
más de cinco millones y medio de parados y el progresivo desmantelamiento de
las garantías laborales, de la protección social, y de los servicios sociales,
todo ello en base a una mayoría que prescinde de la voluntad popular y
abiertamente en contra de la gente, según se visualiza en las manifestaciones, que
evidencian el descontento general, ahora es el momento de contratacar, y evitar -para empezar- que
se instale el nuevo orden previsto por el sistema capitalista, basado en la
privatización total de unos servicios sólo al alcance de una minoría adinerada.
En
la calle la gente protesta por los privilegios de la clase política, de los
ejecutivos de las grandes empresas, de
la familia real, y hasta de la corona. Incluso se empieza a reclamar seriamente
que la iglesia pague impuestos como el IBI, y se critican toda clase de
privilegios. La mayoría sufrimos en nuestras carnes los rigores del tijeretazo,
y la gente que empieza a preguntarse si no somos las víctimas de un engaño con
la necesaria connivencia de los dos grandes partidos, se siente en peligro.
El
momento de presentar batalla ha de ser aquel en que la gente haya tomado
conciencia de que estamos siendo mutilados, y creo que si no ha llegado. está
a punto de hacerlo, pero el
ritmo de los tijeretazos es tan rápido que no podemos esperar más. El tiempo
juega en contra nuestra. Y sabemos que una batalla se puede vencer si se cuenta
con recursos, y unas mínimas condiciones. Sería inútil que esperáramos a que nos
corten brazos y piernas, para empezar a frenar el ataque e intentar
derribar al agresor, pues entonces sería demasiado tarde.
ESTRATEGIA:
LA UNIÓN HACE LA FUERZA
No
se me ocurre otra estratégia pacífica sino la ya abalada por los agentes
sociales de “impulsar una movilización
masiva y unitaria contra los planes de ajuste y la reforma laboral, derrotando los programas de
ajuste y los recortes sociales mediante una salida social la crisis.”
Comparto
la idea de que para frenar la ofensiva hay que hacer piña con tod@s y cada uno
de los afectad@s. Es decir unirse con toda persona o colectivo que quiera
plantar cara a una relación muy concreta de puntos básicos, asumidos
colectivamente como podrían ser:
-
Los recortes (sanidad, educación, pensiones, condiciones laborales, cobertura
farmacéutica, etc), con la consiguiente pérdida de calidad de los servicios
-
El provocado y deliberado deterioro de los servicios públicos con vistas a su
privatización.
-
El ataque contra los funcionarios y la función pública en general
-
La reforma laboral con el deterioro de las condiciones de vida de los
trabajadores.
-
La “reconversión” de los sindicatos
-
La subida de los impuestos indirectos
-
La amnistía fiscal
-
El mantenimiento de privilegios a la iglesia, a la corona y a ejecutivos y
políticos.
-
Etc
A
través de un programa muy definido de propuestas comunes que compartamos con
ellos, aunque sea nuestra única coincidencia, y que se basen en aspiraciones sociales compartidas por amplios sectores y repercusiones prácticas inmediatas, como :
- - Una reforma fiscal que dote de
progresividad al sistema impositivo a través de impuestos directos, que combata
el fraude fiscal, y que multiplique las cotizaciones por las rentas del
capital.
- - Desobediencia de las imposiciones de
equilibrio fiscal impuestas por el FMI,BCE, y la banca alemana.
-
Reforma constitucional que anteponga
las necesidades colectivas a los intereses financieros, acabe con la corona, y
asegure la laicidad del - Estado, eliminando progresivamente la financiación de
la iglesia, y los acuerdos y tratados con la santa sede.
- - Educación publica, y laica de calidad
que prime la enseñanza pública y solo subvencione colegios de titularidad
privada bajo estricta supervisión de los
contenidos, y los protocolos de funcionamiento, y siempre que se integren en la
red de IES para todos los efectos incluido el de personal docente.
- - Sanidad publica de calidad que oferte
en cada hospital público aborto libre y gratuito, y unidades para la muerte
digna.
- - Jubilación a los 60 años salvo
excepciones.
- - Reversión de las reformas llevadas a
cabo desde los primeros recortes de Zapatero.
- - Salario máximo
- - Indemnización máxima por jubilarse como
ejecutivo o consejero.
- - Equiparación en las exigencias de
cotización para trabajadores y políticos.
- - Control del gasto público
- - Nacionalización de los sectores
estratégicos
- - Creación de una banca pública.
-
Renta básica para los demandantes de
empleo
- - Garantía de asistencia a los
dependientes.
DESDE
ESTE RINCÓN DE EXTREMADURA
Vivimos
en una región deprimida, a la cola en todos los índices de desarrollo, riqueza,
niveles de renta, etc, que basaba gran parte de su dinámica económica en las
aportaciones del sector público, especialmente a través de los sueldos de los
trabajadores de dicho sector, y del presupuesto destinado a los servicios
públicos, y por eso mismo los recortes van a castigarnos duramente, sumiéndonos
en una situación de pobreza y abandono que nos retrotraerá 50 años atrás en la
historia. Esta situación seguramente desembocará en una migración masiva de
gente joven y preparada, que nos condena al envejecimiento y empobrecimiento de
la población, dibujando un horizonte cuya simple perspectiva puede dejarnos en
una apatía y falta de energía graves, a la hora de abordar la lucha. Precisamente por eso, desde el
desde la izquierda necesitamos autorregalarnos una inyección de autoestima, y
estímulos que nos fortalezcan, nos cohesionen, y nos permitan autorreconocernos,
y sopesar nuestras posibilidades de intervención en el entorno, y en la
historia.
La receta: No permitir que nos dividan, y
aprovechar las estructuras de las organizaciones que ya tenemos. En esta lucha
unidos tenemos muy poco que perder y casi todo que ganar.
Mila
Carrero Sánchez